viernes, 21 de febrero de 2014

Las novelas mejoran la empatía

Publicado por Pilar Quijada el ene 9, 2014
Sumergirse entre las páginas de una novela casi siempre es una agradable aventura. Las hay para todos los gustos y, además, ayudan a desarrollar cualidades tan importantes para la inteligencia emocional como la empatía. Nos hacen vivir las emociones de los protagonistas con tal intensidad que nuestro reflejo remeda sus sentimientos como acaba de descubrir una investitación publicada en PlosOne.  Y es que leer además de una saludable actividad para el cerebroaumenta nuestra empatía, al facilitar que nos pongamos en la piel de los personajes que viven en sus páginas, y también deja una huella duradera en el cerebro relacionada con las aventuras que leemos. Al menos eso es lo que sostiene un estudio de la Universidad de Emory, publicado en “Brain Connectivity”, que asegura que las novelas pueden cambiar el cerebro de forma parecida a como lo hace la experiencia cotidiana. Ya lo decía Cervantes: “El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”:

La lectura de un libro como Pompeya, de Robert Harris, que narra las últimas horas de la ciudad italiana tras la erupción del Vesubio en el año 79 d C., logró aumentar la conectividad de la corteza temporal izquierda en el cerebro de 21 voluntarios que participaron en el estudio de la Universidad de Emory durante 19 días. El incremento de conectividad de esta zona, persistió después de acabar el libro, lo que hace pensar que estos cambios son duraderos. Las modificaciones provocadas por la lectura en esta zona podrían ser hasta cierto punto esperables, ya que la corteza temporal izquierda, además de estar implicada en el procesamiento del lenguaje y la comprensión, interviene también en el análisis de las oraciones complejas que conforman un libro.
En la piel del protagonista

Pero los investigadores encontraron que había más cambios asociados a la lectura. Y estos tenían que ver más con la empatía, o capacidad de ponernos en la piel del otro, que de forma empírica se sostenía que la lectura mejoraba. En consecuencia con esto, apareció también una mayor conectividad en otra zona, relacionada esta vez con la representación de las sensaciones corporales, localizada en el surco central del cerebro, que sirve de frontera entre las cortezas motora y somatosensorial primaria. Las neuronas de esta región se han asociado con la representación de sensaciones corporales. Pensar en correr, por ejemplo, puede activar las neuronas asociadas con el acto físico de correr.


“Ya sabíamos que las buenas historias te pueden ayudar a ponerte en la piel de otra persona, en un sentido figurado. Pero con este estudio estamos viendo que esto puede tener un verdadero correlato biológico. Los cambios neuronales que encontramos asociados a los sistemas de sensación física y movimiento sugieren que la lectura de una novela te puede ‘transportar’ al cuerpo de la protagonista”, señala Gregory Berns, el investigador principal del estudio. En definitiva, que Emily Dickinson no se equivocaba cuando decía que “para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro”.

La mayoría de los estudios anteriores en los que se analizaban los efectos de la lectura se habían centrado en los procesos cognitivos implicados en la lectura de historias cortas, que tenían lugar mientras los participantes las leían y simultáneamente eran sometidos a una resonancia magnética funcional. Sin embargo, la investigación de Emory se ha centrado en la huella neural que deja la lectura de una historia varios días después de haber dejado de leerla.
Libros que dejan huella

“Algunas historias contenidas en los libros dejan huella en nuestras vidas y en algunos casos ayudan a definir a una persona”, señala Berns, famosos estudiar previamente el cerebro canino y que ahora se ha propuesto entender cómo una novela puede cambiarnos el cerebro. Eligieron Pompeya, explica, porque tiene una línea argumental dramática muy fuerte que engancha al lector. La novela narra cómo el protagonista, que está fuera de la ciudad, reconoce los primeros signos que presagian la erupción y vuelve a Pompeya para salvar a la mujer que ama. Sin embargo, en el interior de la urbe nadie parece reconocer esos inquietantes presagios y le prestan poca atención.

Durante nueve días, los participantes, enganchados por el argumento, leían en su casa unas 30 páginas del libro. Después de someterse a unas pruebas que garantizaran que habían hecho los deberes, se sometían cada mañana a una resonancia mientras no llevaban a cabo ninguna tarea, es decir en reposo. Acabada la lectura, se sometieron a otras cinco sesiones más en cinco días diferentes, para comprobar la persistencia de los cambios. “A pesar de que los participantes no estaban leyendo la novela, durante la resonancia, conservaron esta conectividad aumentada”, dice Berns.”A este efecto le llamamos “sombra de actividad”, y es algo así como una memoria muscular”.

Esos cambios neurales no eran sólo reacciones inmediatas a lo leído, señala Berns, ya que persistieron a la mañana siguiente, y tambien durante los cinco días después de que los participantes completaron la novela. “No sabemos aún cuánto tiempo pueden persistir”, aclara Berns. “Pero el hecho de que los detectemos en pocos días después de leer una novela asignada al azar sugiere que las novelas favoritas de cada uno sin duda podrían tener un efecto más grande y de mayor duración en el cerebro”, sostiene.

Cosas del cerebro © DIARIO ABC, S.L. 2014

Identifican parte del cerebro que nos hace humanos


Científicos de la Universidad de Oxford compararon tomografías cerebrales de 25 humanos y 25 macacos para comparar e identificar las regiones que nos diferencian de nuestros parientes más cercanos
Está en la parte delantera del cerebro, justo por encima de las cejas. Allí identificaron científicos de la Universidad de Oxford en Reino Unido una región del cerebro humano única, que no aparece en el cerebro de nuestros parientes más cercanos, los monos.
Los investigadores de la prestigiosa universidad británica compararon para su estudio tomografías cerebrales de 25 humanos y 25 macacos y observaron un área específica -generalmente relacionada con los procesos de toma de decisiones, la capacidad de hacer varias tareas de forma simultánea y de anticipar estrategias- que no está presente en los cerebros de los monos analizados.
"Encontramos un área en el cerebro humano que está bastante adelante, justo por encima de las cejas, que no coincidía con ninguna región del cerebro del mono, que parecía en el cerebro humano bastante distintiva y muy distinta de todas las regiones en el cerebro del mono", explica a BBC Mundo Franz-Xaver Neubert, experto en psicología experimental y autor del estudio publicado en la revista especializada Neuron.
Y precisamente esta zona, según creen los científicos, está involucrada con algunos de los rasgos que nos hacen únicos como humanos.
"Toda clase de funciones se han atribuido a esta región, pero en general creo que la gente tiende a pensar que puede estar involucrada en lo que algunos llaman multitarea (o la capacidad de hacer varias cosas a la vez)", dice Neubert.
También está relacionada con la capacidad de planificar, o de anticiparse a los acontecimientos, algo que nos permite "tener en mente estrategias que no estás usando el momento pero que puedes usar más tarde".

En esta imagen se puede ver, marcada con el color rojo oscuro, la zona del lóbulo frontal identificada por los científicos. Foto: BBC Mundo

"Enormes similitudes"
Sin embargo, otro de los hallazgos de este estudio no se basa en lo que nos diferencia sino en lo que nos une.
"Una de las cosas sorprendentes es que encontramos enormes similitudes en la organización de estas áreas en el cerebro humano -especialmente en las áreas que pensamos que están involucradas en el lenguaje y la flexibilidad cognitiva- y en el de los monos", dice Neubert.
En su trabajo, los científicos identificaron y analizaron 12 subregiones de la parte frontal del cerebro y sus patrones de conectividad con otras zonas, que identificaron como huellas.
Luego las buscaron en el cerebro de mono, y así encontraron las similitudes que se ven, marcadas con colores, en la imagen de más arriba. El cerebro del extremo izquierdo es humano, el de abajo es de mono.
 
Imagen gráfica de las zonas del cerebro comparadas entre humanos y monos. 
Foto: BBC MundoDe las 12, 11 eran muy similares en las dos especies.

"Una cosa interesante es alguna gente puede pensar que el lenguaje es una habilidad exclusivamente humana, por lo tanto debe estar apoyada en áreas y conexiones que son exclusivamente humanas", explica el investigador.
"Estos resultados sugieren que ese no es el caso, que quizás las regiones que están involucradas en el lenguaje en humanos hacen algo diferente en los monos, incluso aunque ellos no tienen la habilidad del lenguaje".
Por lo tanto, dice Neubert, aunque se podría pensar que estas zonas del lenguaje y la flexibilidad cognitiva -que es la capacidad de cambiar de forma dinámica entre una tarea y otra- son un desarrollo absolutamente nuevo en los humanos, según estos resultados no lo son.
"Pueden basarse en un aparato más antiguo".
La corteza cerebral prefrontal, que es la zona cerebral analizada en este estudio, está involucrada en los aspectos cognitivos y del lenguaje más complejos, y sólo está presente en humanos y otros primates.
Algunas de sus partes están relacionadas con desórdenes psiquiátricos, como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), la adicción a las drogas y los comportamientos compulsivos.
Por eso, dice Neubert, entender mejor sus conexiones puede ser relevante para encontrar mejores formas de tratarlos..

http://www.lanacion.com.ar/1659310-identifican-parte-del-cerebro-que-nos-hace-humanos