lunes, 21 de septiembre de 2009

La química de dar: neuro-generosidad

La química de dar: neuro-generosidad

Lunes 27 Octubre, 2008 ·

Ayudar al prójimo es para muchos de nosotros, un impulso natural característico de la conducta humana. Personalmente, estoy convencido de la naturaleza bondadosa y compasiva del ser humano, sin embargo, creo que, como pensaba Rousseau, es la sociedad y sus entornos competitivos los que erosionan y a veces aniquilan ese espíritu virtuoso que yace en el ser humano. Nadie puede sentirse mal por ayudar a quien lo necesita. Todo lo contrario. Ayudar es un acto que vivifica y crea un sentido de dignidad que es insuperable. Más allá de estas voluntaristas elucidaciones, comprender los mecanismos que motivan la conducta empática, altruista y generosa es hoy motivo de numerosos estudios e investigaciones. Hoy comentaré alguna de ellas.
Para fijar ideas, podemos definir al altruismo como la acción de ayudar al otro al costo de no ayudarse a sí mismo y a la generosidad como el dar a otro más de lo que este otro espera o necesita recibir. En cierto sentido, la generosidad sería un subconjunto dentro de las posibilidades que supone el altruismo. Por ejemplo, se puede dar a un indigente 10$ pesos (altruismo) o 1.000 $ (altruismo y generosidad).
Altruismo y generosidad: algunas teorías explicativas
Se han propuesto numerosos mecanismos para explicar la conducta altruista y generosa. Entre ellos, los que se destacan encontramos la selección por parentezco, la reciprocidad directa e indirecta, la selección de grupo y selección multi-nivel y la reciprocidad en un sentido fuerte:
· La selección de parentezco supone que la generosidad se debería a las interacciones entre individuos emparentados que buscan provocar un aumento de la aptitud de los parientes capaz de compensar la pérdida de aptitud del propio individuo con el fin de asegurar la supervivencia de los genes de clan. Sin embargo, la selección de parentezco, no ha servido para explicar la caridad y generosidad hacia aquellos que nos son relativos.
· El altruismo recíproco consiste en donar algo con la expectativa de obtener en el futuro un retorno igual o mayor de la misma persona a la que se da. Se trataría de una suerte de egoísmo ampliado. Sin embargo, este mecanismo tampoco explicaría el esfuerzo por ayudar o donar a otros a los que se desconoce.
· La reciprocidad indirecta es cuando se da a una persona esperando obtener algo de otra. Es una forma de crear reputación. Con todo, no explica la filantropía anónima, por ejemplo.
· La selección de grupo justifica la generosidad hacia miembros de un grupo que no son parientes entre sí, como en el caso de las estrategias evolutivamente estables, término definido por John Maynard Smith y que da cuenta de aquellas estrategias que son adoptadas por una población y que no pueden ser invadidas por ninguna otra estrategia alternativa. Se trata de una sutileza poblacional de los famosos equilibrios de Nash. La selección de grupo para que funcione, implica la posibilidad de que se puedan excluir a individuos del grupo. Sin embargo, la exclusión es difícil de contemplar cuando se trata de donaciones a grandes instituciones, como por ejemplo, la Cruz Roja Internacional.
· Finalmente, se ha propuesto la teoría de la selección multi-nivel de la reciprocidad fuerte que se define como aquellas conductas que premian a los cooperantes y castigan a los defectores. No obstante, estas teorías no explican la generosidad en contextos de escasez.
El rol de la empatía como eje motivador de acciones altruistas ha sido motivo de análisis de numerosos pensadores. Desde Santo Tomas de Aquino (1225-1274), David Hume (1711-1776) o Adam Smith (1723-1790) en su famosa Teoría de los Sentimientos Morales. Concientes de los beneficios de incrementar los lazos de solidaridad entre los miembros de la sociedad y motivados por la explosión que supuso la colaboración enREDada y los sistemas de código abierto, durante los últimos años numerosos investigadores han abordado el tema desde diversas ópticas. Valga citar a: Preston S.D., de Waal FBM (2002) Empathy: Its ultimate and proximate bases. Beh Brain Sci 25: 1–72; Eisenberg, (2004) Empathy and sympathy. In: Lewis M, Haviland-Jones JM, editors. Handbook of Emotion 2nd Edition. New York: Guilford Press; Frank R (1988) Passions Within Reason. New York: W. W. Norton & Company; Decety J, Jackson PL (2006) A social neuroscience perspective of empathy. Curr Dir Psychol Sci 15: 54–58; de Vignemont F, Singer T (2006) The empathic brain: how, when and why? Trends Cogn Sci 10: 435–441.
Neuroeconomía y neuromarketing
Hoy en día se habla de neuroeconomía y neuromarketing, por ejemplo, para dar cuenta de aquellos estudios que buscan en el entramado de impulsos cerebrales el origen de la conducta económica y, por qué no, empática.
La neuroeconomía es la disciplina, si se la puede definir así, que combina las neurociencias, la economía y la psicología con el objeto de estudiar los procesos de elección de los individuos. Analiza el papel del cerebro cuando los individuos evalúan decisiones, categorizan los riesgos y las recompensas y como interactúan entre ellos. La neuroeconomía se centra en las elecciones personales y en los cambios mentales-cerebrales que supone la toma de las decisiones.
Por otro lado, el neuromarketing consiste en la aplicación de técnicas pertenecientes a las neurociencias al ámbito de la mercadotecnia, estudiando los efectos que la publicidad tiene en el cerebro humano con la intención de poder llegar a predecir la conducta del consumidor. Sin que esto tenga un lado perverso, el neuromarketing buscaría mejorar las técnicas y recursos publicitarios y ayudar a comprender la relación entre la mente y la conducta del destinatario
Sus detractores critican que se podrían llegar a controlar las decisiones de consumo del cliente, y que estas técnicas pueden considerarse invasivas para la intimidad de las personas, al poder llegar a orientar las emociones personales hacia productos del mercado.
Con todo, los estudios vinculados a estos temas han mostrado interesantes resultados en relación al estudio del origen de comportamiento empático. Se sabe que los primates (no humanos) también exhiben comportamientos empáticos indicando que habría una raiz evolutiva de tal conducta.
Algunos de los estudios citados cuentan que se han identificado zonas del cerebro vinculadas a la satisfacción así como regiones asociadas a las emociones y los comportamientos sociales (áreas subcorticales), que se activan durante el acto de donar.
Oxitocina: la hormona de la generosidad
En un reciente artículo, cuyo título es: Oxytocin Increases Generosity in Humans escrito por: Paul Zak (Center for Neuroeconomics Studies del Department of Economics, Claremont Graduate University, Claremont, California y el Department of Neurology, Loma Linda University Medical Center) , Angela A. Stanton (del Argyros School of Business & Economics, Chapman University, Orange, California) y Sheila Ahmadi (de la Division of Endocrinology, Geffen School of Medicine, University of California Los Angeles) se demuestra que la hormona neuromoduladora, denominada como oxitocina podría potenciar las conductas generosas en las personas.
La oxitocina es una hormona relacionada con los patrones sexuales y con las conductas maternal y paternal que actúa también como neurotransmisor en el cerebro. En las mujeres, la oxitocina se libera en grandes cantidades tras la distensión del cérvix uterino y la vagina durante el parto, así como en respuesta a la estimulación del pezón por la succión del bebé, facilitando por tanto el parto y la lactancia. También se piensa que su función está asociada con la afectividad, la ternura, el contacto y el orgasmo en ambos sexos. Algunos la llaman la “molécula de la monogamia” o “molécula de la confianza“. En el cerebro parece estar involucrada en el reconocimiento y establecimiento de relaciones sociales y, como venimos comentando, podría estar involucrada en la formación de relaciones de confianza y generosidad entre personas.
En el experimento neuroeconómico realizado por Zak, Stanton y Ahmadi , la oxitocina intranasal aumentó la generosidad al exponer a los participantes del mismo al Juego del Ultimatum un 80% pero no tuvo efecto en el Juego del Dictador que mide el altruísmo. La toma de perspectiva no es necesaria en el Juego del Dictador, pero los investigadores de este experimento indujeron explicitamente la toma de perspectiva en el Juego del Ultimatum al no indicar a los jugadores en qué papel participarían.
A jugar se ha dicho
El juego del Ultimatum es un juego experimental de economía en el cual dos partes interactúan de manera anónima y sólo una vez, por lo que la reciprocidad no es un problema. El primer jugador propone cómo dividir una determinada suma de dinero con el segundo. Si éste último rechaza la oferta, nadie obtiene nada. En cambio, si la acepta, el primer jugador obtiene lo que propuso y, el segundo, el resto.
La complejidad de la experiencia radica en el mejor resultado a obtener, es decir, ninguno de los dos jugadores preferiría irse con las manos vacías, pero el jugador 1 sabe que si no propone una repartija que beneficie a ambos de igual manera las posibilidades de que el jugador 2 acepte son menores. En contrapartida, el jugador 2 sabe que si acepta el beneficio será para ambos, (en mayor, igual o menor medida dependiendo de la primera elección) por lo que debe elegir si obtiene beneficio o no; a veces es mejor obtener 1 dólar antes que nada, aunque el otro jugador obtenga 99 dólares. Por lo antedicho, el Juego del Ultimatum muestra cómo a veces, aún a costo de una pérdida existe la cooperación, aunque siempre en pro del mayor beneficio probable. Ambos jugadores deben suponer y manejar las probables respuestas del otro, lo que es caótico.
En el juego del dictador, en cambio, el primer jugador, el que propone, determina la asignación entre los dos jugadores de alguna dotación (como un premio en metálico). El que responde en este caso simplemente recibe la cantidad de la dotación que no se ha asignado a sí mismo el que propone. El papel del que responde es totalmente pasivo (no toma decisiones en el juego). En este caso, el juego se ha usado para probar el modelo de conducta individual homo oeconomicus: si los individuos se preocuparan sólo de su propia economía, los que proponen se quedarían todos los bienes y no darían nada al que responde.
En en el trabajo citado, se les dió a un grupo de participantes voluntarios del experimento una infusión con 40 IU de oxitocina y a otro grupo de control un placebo. Todos fueron compelidos a jugar estos juegos. Aquellos que recibieron la oxitocina fueron un 80% más generosos que el grupo de control que recibió un placebo. Así mismo, la oxitocina no tuvo efecto el caso en que se disoció la generosidad del altruismo. Según parece, la oxitocina y el altruismo conjuntamente explicarían al menos la mitad de las variaciones de la generosidad interpersonal. Notablemente, la oxitocina tuvo el doble de impacto sobre la generosidad en comparación al altruismo. Esto indicaría que la generosidad se asocia tanto a la actitud altruista como a la identificación emocional con las otras personas.
Interesante, ¿no? Tal vez sea hora de distribuir una pastilla con este compuesto entre todos aquellos quienes participan de ese eufemismo que llamamos mercado…

http://humanismoyconectividad.wordpress.com/2008/10/27/quimica-de-dar/

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