miércoles, 27 de agosto de 2008

Un cerebro empatico?

Neurociencia
¿Un cerebro empático?

Por Gaspar Segafredo
Ilustraciones: Natalia Deganis

"El hombre se torna un Yo a través del Tú."
Martin Buber, Yo y Tú

La empatía, hasta hoy abordada principalmente por el área religiosa, filosófica y humanista, parece adoptar también forma neuronal y fundamento científico.
El cristianismo la explica con la caridad y el "ama al prójimo como a ti mismo". También aparece en el llamado a la compasión hacia todos los seres, propio del budismo; el respeto hacia las otras vidas del islamismo, porque "quien salva la vida de un hombre, salva a la Humanidad entera". En palabras del filósofo Martin Buber, la extrema importancia del Tú en el Yo: "Me realizo al contacto del Tú; al volverme Yo, digo Tú. Toda vida verdadera es encuentro". O la lisa y llana necesidad de ser solidario y aliviar el sufrimiento del otro. ¿Será capacidad innata en el hombre?
Todas estas posturas filosófico-religiosas y humanas, tendrían ahora, aparte del sustento espiritual y ético, una base biológica. Esta situación peculiar es resultado de un reciente descubrimiento de las neurociencias, pertinentemente bautizado "neuronas espejo". Vilayanur Ramachandran, director del Centro de Cerebro y Cognición de la Universidad de California, las llama "neuronas Dalai Lama".
En términos funcionales, estas células constitutivas de todo cerebro humano, permitirían sentir lo que siente el otro. Tanto la alegría como el sufrimiento, la angustia o la sorpresa. Con una serie de resultados, que explicarían capacidades humanas como la imitación, la aprensión y, como supuesto tal vez más arriesgado, la intuición y la telepatía. Sin embargo, "debemos ser cautelosos, no queramos atribuirle todo de golpe, como siempre se hace con lo nuevo", dice el neurólogo Héctor Figini en diálogo con MYRIADES 1. Detengámonos un poco entonces, y veamos las tan cotizadas pruebas de la ciencia.

Descubrir neuronas espejo
Habrá que explorar los argumentos de quienes observaron por primera vez tan particulares células. La historia de esta conquista científica se remonta a principio de la década pasada y, como suele suceder, la "casualidad" fue determinante. En la Universidad de Parma (Italia) el equipo de investigación de Giacomo Rizzolatti estaba estudiando la actividad de un área cerebral directriz de la planificación y realización de movimiento.
Se habían implantado electrodos en el cerebro de un mono. Sus reacciones eran positivas: cuando tomaba y movía maníes con sus manos, ciertas neuronas reflejaban actividad. La sorpresa surgió cuando, al ver a una persona frente a él agarrar maníes y llevárselos a la boca, activó los electrodos, mientras que su cuerpo permanecía inmóvil. El cerebro estaba funcionando como si también él estuviera llevándose los maníes a la boca. "Nos llevó varios años creer lo que estábamos viendo", admitió el neurólogo Rizzolatti.
Otro de los investigadores, Vittorio Gallese, recuerda en su reciente libro L'enigma del autismo: "Al principio pensamos que la activación -de dichas neuronas en el primate- dependía de la observación de un movimiento ajeno, pero al pasar a estudios en el hombre, entendimos que el mecanismo también se relaciona con las emociones y sensaciones táctiles experimentadas por el otro".
En otras palabras: "Nos alcanza con percibir un sentimiento en un rostro o notar que la mano de otro es acariciada para estimular una sensación correspondiente dentro de nuestro propio cerebro. Son las neuronas espejo que se activan exactamente en las mismas áreas cerebrales de quien vive la experiencia en primera persona", dice Gallese. Así se explica el dolor que uno siente al observar a quien lo padece, o la alegría que contagia ver a un niño reír mientras juega.
Por otra parte, "en cuanto a la práctica clínica que tiene el hallazgo, se descubrió que los autistas tienen un mal funcionamiento de estas neuronas", cuenta Figini. El estudio de la psiquiatra estadounidense Mirella Dapretto confirmó la carencia en la activación de neuronas espejo en quienes padecen autismo. "Este mal funcionamiento podría explicar el déficit social que sufren", sostiene Dapretto en un artículo de la revista Nature Neuroscience. Por eso, los autistas estudiados no se inmutaban al observar rostros con expresiones fuertes (que variaban de la ira a la felicidad), para demostrar una hipotética insuficiencia empática.
Otro dato a tener en cuenta: las investigaciones dirigidas por Christian Keysers y Valeria Gazzola de la Universidad de Groningen (Holanda) no sólo confirmaron la diversidad sensorial captada por las neuronas espejo, sino también que la gente con puntaje más alto en tests de empatía registra mayor actividad en estas células.

¿Y ahora qué?
Nuestro cerebro captaría y reproduciría el movimiento del otro y lo sentido por el prójimo; como si uno mismo lo estuviera viviendo.
"El mensaje más importante de las neuronas espejo es que demuestran que verdaderamente somos seres sociales. La sociedad, la familia y la comunidad son valores realmente innatos", sostuvo Rizzolatti en una reciente entrevista con El País.
También se explica la capacidad de adquirir cultura y aprendizaje: "La imitación es la base de la cultura". Sin ir más lejos, el niño comienza a hablar al copiar sonidos e indicaciones de su madre. Por eso que los conocimientos -tradiciones, ciencias, artes, técnica-, no se disipan en la historia: se transmiten entre generaciones, gracias a esta capacidad de enseñanza-asimilación.
Así, "las neuronas espejo proveen una base biológica muy poderosa para la evolución de la cultura", según afirma Patricia Greenfield, psicóloga estudiosa del desarrollo humano en la Universidad de California (Los Angeles, EE UU]), citada por el The New York Times. "Ahora vemos que las neuronas espejo absorben la cultura directamente, con cada generación que enseña a la que sigue al compartir socialmente, por imitación y observación", especifica.
Por su parte, Figini habla de los códigos transmitidos desde la comunicación no verbal, cuya intención sería captada gracias a las neuronas espejo. Gestos como alzar los hombros como señal de impotencia, o abrir de par en par boca y ojos de par en par por la sorpresa. Pero, "lo más llamativo resulta ser que esa posibilidad expresiva y su interpretación ya están presentes en la primera infancia, antes del desarrollo funcional de la corteza cerebral y de las capacidades verbales". ¿Quién se lo enseñó? ¿El bebé lo trae desde el útero?
Entrevistado por MYRIADES 1, el psiquiatra y filósofo Carlos Menegazzo, quien participó en un ateneo de neurociencia sobre neuronas espejo en Buenos Aires, propone una respuesta: "Si las neuronas espejo son lo que dicen, pueden relacionarse con la cultura previa de los ancestros, la traída desde el vientre materno, gracias a la vida intrauterina que capta esa transmisión de generación en generación, ya investigada desde la psicología profunda. Hay aquí un encuentro entre neurología y psicología profunda".
Tras esa reflexión, Menegazzo acentúa que "la neurología y la biología dan base rigurosa y exacta a escenarios que antes acaso eran considerados sólo metafísicos; es un hecho importante".
De ahí en más, se nombran incluso conceptos habitualmente tabú para la comunidad científica: intuición, telepatía. Pero las palabras provienen de un neurocientífico y no de un vidente: "(Las neuronas espejo) permiten leer la mente porque te ayudan a entender sus intenciones", dice Marco Iocobini, investigador de la Universidad de California. Presentan la posibilidad de "dar motivos neurológicos para lo que llamamos como telepatía, la transmisión de las emociones y la captación de pensamientos", aporta Menegazzo.
Al respecto, Rizzolatti agrega: "Estas neuronas se activan incluso cuando no ves la acción, cuando hay una representación mental. Su puesta en marcha se corresponde con las ideas. La parte más importante de las neuronas espejo es que es un sistema que resuena. El ser humano está concebido para estar en contacto, para reaccionar ante los otros".

Alimentar la mente: agresión o solidaridad
Pero, atención: las neuronas espejo no sólo reflejan la naturaleza social del hombre y su innata necesidad de convivir en relación. También indican la atención que debe prestarse a los estímulos que las activan, especialmente en los más pequeños. Porque todo lo visto y percibido lo estaríamos vivenciando indirectamente. Esto incluye observar escenas de violencia "en vivo", o desde películas y videojuegos. O, por el contrario, expresiones de cariño y felicidad en libros, dibujos, juegos, la relación de los padres, y muchos etcéteras. No por nada los hijos suelen parecerse a sus padres tanto en el aspecto físico como el mental y actitudinal.
"Hace falta mucho cuidado con lo que uno se mete en la cabeza: porque es como si estuvieras participando sin hacerlo directamente", sostiene el doctor José Trave, quien hace poco coordinó un ateneo de neurociencia sobre neuronas espejo en Buenos Aires. Cita una investigación sobre el resultado negativo de los videojuegos violentos en la persona, a través de la inconsciente vivencia y estimulación resultante de esa violencia, que de virtual muta a cerebral. "Esos juegos en los cuales uno se dedica a ver cómo mata al otro dejan una suerte de placer; algo motivado virtualmente en el cerebro; lo logró con la máquina y a lo mejor luego lo lograría si tuviera un revolver", opina Figini.
"Aunque sea algo ya sabido, hoy las neuronas espejo lo reconfirman: son cosas que se aprenden, se asimilan", concluye Trave en diálogo con MYRIADES 1 .
Según Menegazzo podría resumirse en esta fórmula: somos lo que comemos, física, mental y espiritualmente. "Al igual que la carroña alimenticia amputa materialmente en lo físico, la carroña mental y espiritual, mutila la mente y el alma. Este nuevo descubrimiento está dando un sustento biológico, pero no olvidemos que somos una unidad de elementos; el biológico es uno".
Sin embargo, vale la aclaración del neurólogo Figini: "No debemos olvidar que existen muchos más factores, como la personalidad. Y el control de toda actividad depende de la zona más reciente de la corteza cerebral, la más racional, sobre todo del lóbulo frontal".
Al observar los rasgos del fenómeno, también surge la "posibilidad de accionar sobre ese tipo de células para estimularlas y mejorarlas, en pro de una mayor participación, del amor hacia el otro". Consciente de que sueña con los ojos abiertos, Trave aclara: "por ahora, estamos especulando".
"Todas las habilidades, cuando uno las usa se desarrollan", recuerda Menegazzo, para afirmar la potencialidad de profundizar la comprensión del otro, "de la otredad, salir de este individualismo extremo que nos ata, y daña". Con el mismo precepto de que "todo lo que se practica, se alimenta", Figini da un ejemplo: "Es probable que los actores tengan mucho más entrenamiento en las neuronas espejo porque saben muy bien reproducir lo que sufre otra persona y lo hacen constantemente".
Por otra parte, los tres especialistas consultados perciben una gran oportunidad de nexo entre la neurología y la psicología, lo cerebral y lo mental; disciplinas netamente separadas, hasta ahora.
El enfoque de Menegazzo también indaga cuestiones epistemológicas: "Parece que éste se suma a varios descubrimientos actuales orientadas hacia el reencuentro, el religar, volver a una ciencia que incluya a lo sagrado, lo profundo".
Entre todas las discusiones que suscitan las neuronas espejo, también está el viejo debate sobre la esencia humana. Ya no habría excusas: incluso en su dimensión biológica, el hombre no necesariamente es lobo del hombre, sino más bien: el hombre es imagen del hombre.

Publicación: Octubre 2006
www.myriades1.com

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